Se caracterizan por su constitución vigorosa y la anatomía estilizada de sus patas. Son cerdos perfectamente adaptados al especial ecosistema de la dehesa. El cerdo ibérico se caracteriza por su color oscuro, rubio o manchado, su hocico alargado, sus orejas en visera y sus largas extremidades, que le facilitan la pastura y lo cualifican como un excelente andarín.
Nuestros cerdos pastan al aire libre de otoño a febrero que es cuando cae la bellota. Pastan en las Dehesas, donde las encinas, alcornoques, robles y el quejigo son los árboles más abundantes. Los cerdos se engordan durante la montanera un kilo de media por día y llegan a comer una tonelada de bellotas.
La Bellota es rica en hidratos de carbono y un excelente contenido energético. También aporta almidón y azúcares que favorecen el engorde del animal y la formación de la característica carne veteada después de la conversión en grasas.
Las piezas permanecen en los secaderos hasta final de verano, donde, gracias al clima de la zona (calor de día y frío de noche), los jamones empiezan un idóneo proceso de curado.
La bodega se encuentra en el sótano a una temperatura de entre 8 y 10 ºC. Aquí el jamón acaba de curarse y se afina. Nuestro maestro jamonero introduce un punzón para saber si el jamón está a punto para su consumo y selecciona las mejores piezas para garantizar su máxima calidad.
Nuestras piezas tienen un proceso de curado natural de unos 2 años en el caso de las paletillas i de 3 si se trata de jamones.
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